Si vas a hacer una nueva web (o a tunear la que ya tienes), ojo al dato:
Según a quién le hagas la pregunta, tendrás opiniones para todos los gustos.
Si le preguntas a un diseñador, te dirá que siempre es más importante el diseño, la tipografía, los colores, la imagen de marca…
Si le preguntas a un copy (que no sea yo), te dirá que siempre un buen texto, por encima de todas las cosas. Que el diseño es lo de menos.
Y ahí están, diseñadores y copies peleando y discutiendo sobre qué es lo más importante.
En vez de ir todos a una, cada uno barriendo pa’ su casa. Y así es difícil tener éxito.
Equilibrio, darling.
Como en la vida, lo más importante es conseguir un equilibrio. Es decir, una web con un buen diseño, cuidado y trabajado y con unos buenos (buenísimos) textos. Ambas cosas deben reflejar el ADN, la identidad y la esencia del proyecto.
Y ojo, que hay que tener cuidado con esto.
He visto webs con diseños fantásticos, unas imágenes de la leche, unas tipos supertop, pero que no tenían nada que ver con lo que era el negocio.
Webs para ganar premios. Eso lo decía un jefe que tuve. Webs para que se luzca el diseñador.
Pero, ¿qué pasa con el contenido? ¿No es importante?
A mí qué me vas a contar. Siempre te diré que el contenido es LO IMPORTANTE. Porque si tienes una imagen y un diseño brutal pero no dices ni cuentas nada de lo que haces, o no lo haces correctamente, ese ‘envoltorio’ no te va a servir de nada.
Es como si preparas un regalo con un papel bonito y un packaging espectacular, pero cuando lo abres el regalo es una caca. Desilusión máxima, ¿verdad?
O al revés: el regalo es alucinante, pero va envuelto de cualquier manera, con un papel arrugado y feo… ¿A que no apetece nada abrirlo?
Tampoco funcionan las webs que solo se centran en los textos.
Hay quien defiende que una web ‘fea’ convierte más.
Discrepo.
Puede ser ‘fea’ en el sentido de que no contenga fotos, colores de marca o tipografías bonitas.
Pero alguna estrategia de diseño tiene que tener. Estructura en los textos, saltos de párrafo, titulares destacados e impactantes. Eso también es diseño.
Aunque no le pongas imágenes o animaciones, has tenido que pensar en cómo vas a distribuir los textos, así que si convierte no es porque sea ‘fea’, sino porque lo que explica es interesante y llama la atención.
Entonces, yo apuesto, siempre, por la combinación de un buen diseño y un buen copywriting.
Hablemos de usabilidad.
La usabilidad web se refiere al nivel de facilidad para acceder y navegar por una página de forma intuitiva, sencilla y rápida.
Esto implica no solo el diseño y los textos, sino la organización y la estructura de los contenidos y la información, la accesibilidad y el funcionamiento mismo.
El objetivo principal es que el usuario navegue con un esfuerzo y tiempo mínimos. Eso es vital.
Venga, otro ingrediente más para el cocktail.
Los temas técnicos, para los que saben.
Para que tu web sea buena, funcione y convierta, tiene que estar, además, bien construida por dentro.
No voy a entrar a fondo en temas técnicos, porque no es lo mío, pero sí defiendo a ultranza que debe hacerla alguien que sepa de ello, que domine el código, la programación y todas las cuestiones técnicas.
Lo de ‘ya me hago yo la web, que hice un cursillo de WordPress este verano’ NO funciona. Rotundamente NO.
Ya escribiré sobre el fenómeno ‘cuñadismo’ en otra ocasión, que tiene mucha chicha y da mucho juego, pero, por ahora, dejemos cada cosa en manos de los especialistas.
No puede ser que tú, siendo abogada, financiera, farmacéutica o veterinaria y teniendo algunas nociones digitales, construyas tu web. Porque NO va a funcionar. Te lo juro.
Ni a nivel técnico, ni a nivel de conversión. Y ya no hablemos de diseño y contenidos.
Que sí, que puedes usar imágenes de recurso (e incluso propias) y plantillas de Canva. Y escribir tus textos con más o menos fortuna.
Pero nunca será una web bien hecha, por muy orgullosa que tú puedas sentirte.
¿Te imaginas a tus posibles clientes intentando operar a su gato sobre la mesa de la cocina o defendiéndose ellos mismos en un juicio?
¿Verdad que si tienes una fuerte contractura te vas al fisio y no intentas quitártela tú en casa?
Pues eso. No hace falta decir nada más.
Te lo explico, además, con conocimiento de causa. Yo también me hice mi primera web. Y si cuento las horas que le eché y que podía haberlas empleado en producir para mis clientes, te aseguro que me sale a cuenta pagar una buena web, dos veces.
Un cocktail con muy buenos ingredientes.
Ya lo ves. Hacer una buena web no es, a priori, nada fácil.
Y lo sé, porque he hecho unas cuantas. Lo que corresponde a mi parte, que son los contenidos, pero trabajando codo con codo con el resto de personas expertas.
No es fácil (casi imposible, te diría) encontrar a una persona que sepa hacerlo todo: buen diseño, buen copy, bien de temas técnicos, de usabilidad… y ya no he entrado en temas de SEO y posicionamiento, que también son importantes, pero que dan para otro post.
Lo que quiero decirte, en resumidas cuentas, es que si estás pensando en renovar tu web, o en hacer una nueva, no tomes decisiones precipitadas.
Piensa bien a quién vas a confiar ese maravilloso escaparate digital que es tu web y, hazme caso, invierte en un buen copy y en un buen diseño. Tu marca te lo agradecerá y mucho antes de lo que crees.
¿No sabes cómo hacerlo? ¿A quién recurrir?
Hablemos. Yo me encargo de tus textos, y tengo buenos partners para hacer el resto.
Consejito final: Intenta no contratar los servicios por separado. Es difícil que varias personas que no se conocen y no han trabajado juntas se pongan de acuerdo fácilmente. Ya es un trabajazo hacer una web, imagínate si además tienes que arbitrar y poner paz entre los profesionales.